jueves, 17 de octubre de 2013

Capítulo 17

-¿Por qué has hecho eso?- le dijo Gabriel enfurecido.
-No lo sé, no es culpa mia. Para de echarme las culpas de todo.
-¿Y a mí que? Es culpa tuya. No tuviste que obligar a Susanne a mentirle a Claire. 
-Para ya. Yo no sabía que se iba a escapar así. Lo que es es tonta. 
-¡No digas eso! No es tonta. Es la mejor persona que he conocido, Marleen- murmuró levantándose.
La mujer de negros cabellos se levantó enfurecida. Sus grandes ojos azules lo miraban con una mezcla de odio y deseo. 
-Antes decías lo mismo de mí, Gabriel. ¿Te has cansado de mí y vas a jugar con una pobre, débil e inocente neófita? Intenté ayudarte, y ¿Así me lo pagas? Si te enamoras de ella lo único que conseguirás es debilitarte y debilitarla. Estará mejor en el infierno que en tus brazos- escupió. Y con un ágil movimiento salió de la habitación. 
     
                                                             * * *
-Cose- dijo la diablesa mientras me tendía de malas maneras un bastidor y una aguja. 
-No sé coser- respliqué.
-Yo te enseñaré- me dijo sentándose bruscamente en el sillón de mi lado.
Con gran maestría, deslizó la aguja entre sus dedos y comenzó a bordar pulcramente sobre la tela del bastidor. 
Me explicó que la aguja se cogía de tal manera, que el bordado francés no era sencillo, que pasara los dedos por los hilos para seleccionar los de seda, que cuando la aguja se tensaba se tiraba para que el punto quedara perfecto, etc. 
-¡Lo haces muy mal!- me regañaba continuamente.
Yo me esforcé lo que pude, pero aun así lo que conseguí fueron unos cuantos hilos unidos por nudos. 
-Buarggg- puso los ojos en blanco antes de salir desesperada de la habitación.
La siguiente diablesa que entró era una mas mayor, casi anciana. 
-Niña- dijo en modo de saludo- El señor me ha encomendado ser tu tutora de lectura y poesía. No será cosa fácil, en parte porque eres un repugnante ángel, pero dentro de unos meses serás una auténtica literata como yo me llamo Louise. Abre tu libro y lee el primer párrafo. 
Temblorosa, abrí con cuidado el libro de lectura y comencé a leer. Conforme iba leyendo, ella asentía mientras miraba al techo. Cuando acabé el capítulo había pasado casi una hora. 
-No lees nada mal, tienes buen acento y se nota que...te gustaba leer. Te mandaré simplemente una cosa para que pases tu tiempo. A el señor le gustaría que leyeras o estudiaras poesía en su presencia. Adora todo lo que tiene que ver con el arte. Lee el capítulo dos para mañana. Y... Quiero que luego de eso me recites un pequeño resumen sobre él. Nos vemos mañana, niña. 
Suspiré mientras salía. Esto iba a ser un infierno. Aunque, técnicamente, estaba en él desde hacía ya una semana.








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