Era
un bello y grandioso ángel, rubio, con los ojos verdes, alto, y con
la sonrisa más bonita que yo me hubiera imaginado. Nos sonrió y me
miró, pero tuve que bajar la mirada al encontrarme con la suya, no
sé porqué. Tenía la apariencia de un joven de diecisiete años,
como yo. Ahora que lo pensaba...¿qué apariencia aparentaría yo?
Espero que un poco mejor que la mía normal.
Así
que continué con la mirada baja y esperé a que terminara de hablar.
_¿Así
que estáis un poco perdidas no?
_Que
va. Ya nos teletransportábamos a la Gran Casa.
_Pues..no
es por aquí.
_Ah.._Dijo Susanne_Soy nueva.
_Me lo he imaginado_Dijo sonriendo_Me llamo Gabriel. Encantado de conoceros.
_Soy Susanne, y mi amiga es Claire._Sonrió ella.
Gabriel me miró, sonrió y nos dijo:
_Yo os guiaré a la Gran Casa. No es problema, y ahora me dirigía hasta allí. Pero tenéis que ser mas...serias. Los ángeles son serenos. ¿De acuerdo?
_Claro._Respondió Susanne
_Vámonos_Dijo Gabriel.
De repente, nos envolvió una manta blanca y pura que me hizo relajarme de repente. Por un momento olvidé con quien me encontraba, y solo me dejé llevar. Era un sensación magnífica.
La humareda de paz paró y yo, muy lentamente abrí los ojos. Gabriel me miraba fijamente, estudiándome, cada detalle, cada gota de mi ser.
Susanne ya se marchaba a la entrada del increíble edificio que flotaba en el aire. Gabriel rió, viendo como Susanne, mareada debido a la teletransportación, caminaba cayéndose de un lado para otro.
_Susanne, otra vez, no es por ahí._Siguió riendo.
_Ah..._Respondió esta, que sonrojada volvía a donde estábamos nosotros.
_Gabriel...¿Si no es por aquí, cómo vamos a entrar a...mm..este..edificio?
_Con la comunicación celestial. Yo puedo hacerlo, ya que soy Arcángel. Vosotras todavía no, pero si venís conmigo claro que podéis utilizarla.
_¡Hala!_ Se entusiasmó Susanne._¡Un Arcángel!¡Conozco a un Arcángel!
Gabriel volvió a reír, esta vez con más fuerza. Yo, reconozco que me uní a sus risas, pero solo por compartir algo con él. Era tan guapo...¡No! Yo estaba muerta, haber si me enteraba, no podía gustarme nadie ya. Yo había tenido mi tiempo, diecisiete años para pensarlo. ¿Y el? ¿Con cuántos años había fallecido?
_Claire, ¿vienes?_Sonrió Gabriel.
_Claro_Dije yo, sonriendo también._Vamos.
No pude seguir pensando, al ver lo que vi entonces.